Queridos hermanos: ¡Felices Pascuas! ¡Este es el día del triunfo del Señor! La larga peregrinación de la Cuaresma termina en esta cumbre de gloria. Durante la Cuaresma recorrimos también la historia de la Alianza entre Dios y los hombres. Todo ese afán de Dios por ganarse el amor de los hombres, toda esa respuesta del hombre siempre rechazando a Dios, esa porfía del amor eterno del Señor, ha vencido. Y, hoy, la Pascua, es la fiesta que da sentido, explicación a toda esa lucha de Dios.....
¡Cristo ha resucitado! ¡Esta es la gran noticia!
La piedad cristiana se ha detenido siempre en los misterios de la pasión y muerte, y con razón, pues de ellos depende nuestra salvación. Sin embargo, no siempre ha dado la importancia que merece al misterio de la Resurrección, es decir, no siempre ha considerado el misterio pascual de Jesucristo de forma integral. En un mundo inundado por la violencia y el terror, es precisamente la resurrección del Señor la que debe alentar y llenar de esperanza la vida de los cristianos. Debemos seguir siendo en la sociedad como el alma para el cuerpo, porque tenemos el deber de anunciar que el amor de Dios en Jesucristo, ha vencido por encima de la mentira, del pecado, de la calumnia y, sobre todo, de la muerte.Este anuncio se tiene que hacer con palabras y con obras. No se trata sólo de hablar de Dios, sino que hay que vivir desde Dios, es nuestra vida la que tiene que pregonar qué es lo que creemos.
No queremos ser cristianos de dos caras: Con Cristo y contra Cristo. Decidámonos de una vez, si de verdad queremos seguir a Cristo, al salir del templo, sintamos todos el inmenso honor y la gran responsabilidad de ser cristianos. Y así, sí celebraremos la resurrección de Jesucristo que no es sólo alegría de Cristo como individuo, sino honor inmenso de todos aquellos que formamos el nuevo pueblo que ha pactado con Dios
(Palabras de Monseñor Oscar Arnulfo Romero).
CRISTO HA RESUCITADO ALELUYA, ALELUYA