Hoy comenzamos la Cuaresma. Tiempo de conversión, fortalecer nuestros puntos débiles, examinar nuestra vida, escuchar e imitar a Jesús. El evangelista Marcos con dos frases nos ha narrado 40 días de la vida de Jesús: "El Espíritu empujó a Jesús al desierto. Allí permaneció 40 días y fue tentado por Satanás". El Espíritu es el guía de Jesús, está al principio de su ministerio, es su fuerza en estos 40 asaltos con el demonio. El Espíritu Santo que lo empuja al desierto está con Él como guía, como fuerza y como vínculo de unión con Dios Padre.
En este tiempo de Cuaresma todos somos invitados a subir al ring y enfrentarnos a las tentaciones de Satanás, del enemigo, de los amigos, del dinero, de la carne, del ambiente, la tentación que nos viene de afuera. Y la tentación que nace en nuestro corazón. Nuestro mayor enemigo no está ahí afuera, está dentro de nosotros.
San Marcos resume en dos palabras la respuesta que Jesucristo espera de nosotros ante la
presencia del Reino y la oferta de salvación: Conversión y fe, que es cambio y entrega total a Dios. “Conviértanse y crean en el Evangelio” (Marcos 1, 15).
La conversión cristiana es conversión a la persona de Jesucristo, es decir, dejar otros caminos, por muy atractivos que aparentemente puedan resultar, y tomar el camino de Cristo. Igualmente, la fe con la que somos invitados a responder, no es sólo una fe humana, ni una fe puramente ‘religiosa’, sino fe en Jesucristo, es decir, en su vida y en su doctrina como camino de salvación para la humanidad.
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